Escapade à vélo sur le canal d'Ille-et-Rance

El canal de Ille-et-Rance en bicicleta

Escapada ciclista por la vía verde 2 Bretaña

En Bretaña, a la salida de Rennes, los caminos de sirga que bordean el canal de Ille-et-Rance ofrecen un escenario perfecto para una escapada en bicicleta. Sin duda se trata de uno de los circuitos más bonitos que se pueden hacer en Francia, junto al agua, a lo largo de un recorrido perfectamente seguro y llano: la V2 Bretaña es una vía verde ideal para las escapadas en familia. Así que, ¿qué le detiene para subirse al sillín y dirigirse hacia la costa Esmeralda?

Una aventura suave de la ciudad al mar

«Hacer Dinan Saint-Malo a nado no es nada fácil», pero hacer Rennes-Saint-Malo en bicicleta, es más bien pan comido… El itinerario es muy popular entre los excursionistas, los ciclistas y los cicloturistas que aprecian la aventura suave. Es un paso obligado que viene desde lejos, de cerca de Arzal en la fachada atlántica, pedaleando, o desde Redon, siguiendo el Vilaine, para alcanzar la Mancha. «Mancha-Océano», ese es justo su nombre. Una conexión tranquila, una vía verde única: la V2 Bretaña. Uno de los circuitos en bicicleta más bonitos de Bretaña. No es casualidad que la Guide du Routard la haya seleccionado en su nueva guía de las 10 escapadas más bonitas en bicicleta de Francia. El canal de Ille-et-Rance es, en pocas palabras, mágico.

Hacia el mar, con total suavidad: los caminos de sirga forman un circuito ideal a poco que le guste el turismo lento. Ni hablar de rendimiento deportivo aquí; todo lleva su tiempo, como las barcazas de antaño, viendo desfilar el paisaje como un largo plano secuencia.

Existen mil y una formas de recorrer el canal de Ille-et-Rance. Le proponemos una exploración de un día saliendo desde Rennes, desde el corazón festivo del Paseo François Mitterrand. Allí donde se cruzan los que salen por los carriles bici y los fiesteros que salen de la pista.

Rennes-Chevaigné: una buena idea de escapada de un día

¿Objetivo del viaje? El propio viaje. ¿Dificultad? Muy reducida porque no hay desnivel. ¡Es todo llano! Ideal para un paseo en familia, incluso si hace falta llevar a los más pequeños.

El ritual de Rennes-Saint-Malo en bicicleta se realiza habitualmente en varios días, dos o tres según el ritmo, con una parada bien recibida junto a Hédé y del magnífico sitio de las once esclusas. Después, en dirección a la Rance, Dinard y una travesía en barco, como guinda del pastel.

Pero saborear el alma del canal es mucho más fácil. Una excursión de un día, de Rennes a Chevaigné. Apenas 18 kilómetros con posibilidad de volver en TER. El placer de ir sin la obligación de la vuelta en una cómoda escapada para anticipar el cansancio, sobre todo si sale en familia con ciclistas jóvenes. El recorrido sigue siendo adecuado para toda la familia y podrá cambiar su opinión haciendo la vuelta por la otra orilla. En efecto, en esta zona el camino de sirga está bien acondicionado a ambos lados.

Etapa 1. Desde Rennes a Saint-Grégoire (5 kilómetros)

En el paseo François Mitterrand, un fresco rinde homenaje a los ciclistas de pista y de carretera. Al pie de la fachada del bar con el apropiado nombre de «La pista». Al lado l’Echappée, sigue la metáfora hasta la saciedad. Totalmente preparados para salir y saciados. No verá muchos coches una vez pasados los muelles de Saint-Cast y la esclusa. Un primer tramo de carril bici, a lo largo del Boulevard de Chézy, se encarga de ponerle una sonrisa en los labios en dirección a las praderas Saint-Martin: algunos puentes más tarde, se encontrará en la esclusa Saint-Martin y en el canal cuyo nombre recuerda al de un primo lejano parisino. Aquí empieza un periplo junto al agua, a lo largo del canal de Ille-et-Rance, por la V2.

Turismo lento para relajarse

Este eje navegable, inaugurado en 1832, servía originalmente para transportar mercancías (carbón, piedra para construcción, madera) y personas (carne de cañón, sobre todo). Los canales, rápidamente sustituidos por el ferrocarril, mucho más rápido, tienen en la actualidad una segunda vida haciendo elogio de la lentitud. Los paseantes, jinetes y ciclistas siguen su curso con total seguridad. Entre los dos caminos de sirga, el turismo fluvial y las actividades náuticas también han encontrado su sitio.

Es lo característico del camino de sirga, que permite que tus pensamientos se escapen y la única competición que vale es la que disputamos con las mariposas y las libélulas. No merece la pena ir deprisa, no hay costas en el horizonte… las curvas invitan rápidamente a tomar descansos. El paisaje narra la historia de la navegación fluvial al ritmo de las esclusas. Y casi sin darse cuenta se llega ya a la isla Robinson, con su encantadora esclusa y su bonito molino. Un paraje bucólico, perfecto para hacer algunas fotografías y un pequeño descanso (junto a la esclusa, en el lado derecho, hay aseos públicos).

Etapa 2. De Saint-Grégoire a Betton (8 kilómetros)

Destino Rennes – Franck Hamon

Desde el pequeño paraíso de la isla Robinson, retome su camino a uno u otro lado del canal, según prefiera, puesto que tanto en el sentido de la sirga como en sentido contrario, ambos caminos están bien mantenidos y acondicionados. Otra de las ventajas de esta vía verde es que no hay riesgo de perderse. Los caminos no presentan ninguna dificultad técnica y cuentan casi todos con sombra. Unas condiciones ideales para admirar los reflejos en el agua, los piragüistas, los nenúfares, los patos y las plantas de las márgenes. En cuanto a la circulación, simplemente esté atento a las gallinetas comunes que cruzan sin mirar.

Un recorrido al ritmo de las casas de las esclusas

El ritmo del recorrido viene marcado por las encantadoras casas en piedra de las esclusas, las cuales forman parte del patrimonio local. El ayuntamiento de Betton ha transformado una de ellas, la esclusa de Brosses, en una residencia para artistas. Sin duda un lugar perfecto para encontrar la inspiración. En este tramo un poco más largo es donde encontrará su velocidad de crucero. El canal forma algunos meandros y, a veces, otros canales revelan pequeños rincones aún más tranquilos, como junto a la esclusa de la Charbonnière.

Parada obligatoria en el mercado de Betton

Junto al camino pueden verse señales interpretativas que explican a los paseantes y visitantes, historias locales, anécdotas sobre el patrimonio y sobre la gestión del patrimonio fluvial y natural. Con mapas para que se pueda situar y ver el camino que le queda por recorrer. A continuación llegará a Betton por el espléndido valle de Ille, dominado por la iglesia de Saint-Martin, ubicada sobre un promontorio de 90 metros por encima del canal.

Betton es el lugar perfecto para hacer una escala. Llegará justo a la altura de la plaza de la Cale, que todos los domingos por la mañana, de 08:30 a 13:00, acoge uno de los mercados más animados de Ille-et-Vilaine. Es una cita muy popular que reúne a un centenar de comerciantes y cerca de 6000 personas cada semana. Su ubicación junto al canal y las barcazas es única. Si pasa por Betton un día que no sea el del mercado, también dispondrá de numerosos comercios, bares y restaurantes. El más cercano a la vía verde es el restaurante bistronómico Dupont & Dupont, cuya terraza tiene unas vistas espectaculares sobre el canal.

Etapa 3. De Betton a Chevaigné (4 kilómetros y algo de polvo)

Es hora de dejar Betton y tomar la dirección a Chevaigné (un poco más al norte). A partir de ahí, los árboles son más numerosos e imponentes. La vegetación se espesa y se circula por pasillos verdes y pequeños bosques muy agradables cuando hace calor. Incluso el propio canal desaparece de la vista durante unos centenares de metros. Aquí, la campiña bretona muestra sus mejores galas. A lo largo del canal, las zonas de pícnic invitan a pararse para disfrutar del trino de los pájaros y de la dulce brisa. Si bien los caminantes son algo menos numerosos, se cruzará con gran número de corredores y ciclistas que hacen del borde del canal una zona de recreo inagotable.

En Chevaigné llaman la atención las vidrieras de la iglesia

Muy pronto se encontrará muy cerca de Chevaigné. El pueblo no es inmediatamente visible desde el borde del canal. Varias señales indican la estación cercana, así como los comercios. Puede hacer un cambio de sentido a la altura de la nave cubierta. Este antiguo aserradero fabricaba en otro tiempo las puertas de roble de las esclusas del canal de Ille-et-Rance. Hoy en día, es una pista de petanca que ha conservado un cierto carácter. También merece la pena una breve visita a la iglesia de Saint-Pierre de Chevaigné, que alberga algunas vitrinas que representan el Santo Entierro, las cuales son algunas de las más antiguas conservadas en el departamento (datan de mediados del siglo XIV).

El regreso: ¿en tren o en bicicleta?

A partir de aquí tiene que elegir: volver en tren (atención: las plazas reservadas para las bicicletas en los TERBreizhGo son escasas y no están garantizadas, así que es mejor evitar las horas punta) o apoyarse de nuevo en los pedales para volver en sentido contrario y regresar a Rennes.

Al tomar el lado del camino de sirga contrario al de la ida no tendrá la impresión de estar haciendo el mismo viaje. Sin duda tendrá ganas de empujar hasta un poco más lejos, en dirección a Saint-Germain-sur-Ille (6 kilómetros después de Chevaigné), más allá de las fronteras de Rennes Métropole. El mar sigue sin estar cerca y para llegar a él es mejor estar un poco entrenado y equipado.

En total, en Ille-et-Vilaine, la vía 2 se extiende a lo largo de unos sesenta kilómetros. Pero para llegar a Dinard, en la costa Esmeralda, el recorrido total es de 100 kilómetros. El tramo entre Rennes y Chevaigné son 18 kilómetros la ida, es decir, 36 kilómetros de ida y vuelta, lo que no está nada mal y está bien adaptado para una escapada de un día. ¡Buen paseo por los caminos de sirga!

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