1. Llegar a Bretaña sin coche

Para llegar a Rennes, el tren es el medio de transporte ideal. Por un trayecto entre París y Rennes de solo 1 hora y 25 minutos, su viaje en TGV no emite más que 1,9 g de CO2 por kilómetro, es decir, 100 veces menos que si utilizase su coche y 77 veces menos que en avión. Por tanto, la elección es sencilla: más rápido, menos contaminante y menos agotador… estas son las buenas razones para preferir el tren. Y desde hace años, el Comité Regional de Turismo facilita su viaje a través del programa «Bretaña sin mi coche» con ideas para estancias y las fórmulas llave en mano.
2. Rodearse de verde

A pesar de que Rennes es un destino urbano ideal para un descanso en la ciudad, también tiene la particularidad de estar rodeada por un cinturón verde al que se puede acceder muy fácilmente en bicicleta por los caminos de sirga. En las comunas de la metrópoli, algunos minutos bastan para encontrarse en el corazón de bosques tranquilos y poco frecuentados. A lo largo de los 103 estanques del valle del Vilaine no le faltarán rincones de vegetación que explorar, árboles notables que admirar y actividades náuticas que practicar.
3. Visitar los jardines de forma distinta

Al margen de los 28 parques del centro de la ciudad, varios jardines completamente distintos le proponen actividades y visitas interesantes. En el jardín des Mille Pas, a tan solo unos pasos de la sirga que conduce a los estanques de Apigné, se extiende un jardín cooperativo y pedagógico de 3 hectáreas. Este jardín, situado a las puertas de la ciudad, permite que los ciudadanos aprendan un poco más sobre las técnicas de la agricultura permanente y aprovecharse de la venta directa de buenos productos. No lejos de allí, aún en el sector de la Prévalaye, la microgranja Perma G’Rennes ofrece verduras, plantas y semillas para aspirantes a jardineros. Durante el verano se organizan visitas libres o guiadas.
Un poco más hacia el exterior de Rennes, existe otro jardín, un huerto ecológico insólito que merece la pena visitar: los jardines Rocambole, en Corps-Nuds. Este jardín, creado por un par de apasionados, ha sido catalogado como «jardín biológico notable».
4. Turismo lento a pie o en bicicleta

¿Y si dedicáramos tiempo a ir más lento? Desde Rennes, podemos escapar como el viento para salir en busca de las riquezas del departamento. Desde el centro de la ciudad es fácil llegar a los destinos tomando las vías verdes y los caminos de sirga. Itinerarios tranquilos, circuitos llanos, adaptados para toda la familia… ¿Hay algo mejor que eso?
Yendo hacia el norte puede poner rumbo a Saint-Malo y la Costa Esmeralda, bordeando el canal de Ille-et-Rance durante casi 120 kilómetros en modo bikepacking. O puede tomar dirección sur con la mira puesta en el Vilaine, en Redon o incluso más lejos, en el océano Atlántico. Hacia el oeste, los itinerarios que dirigen a Cesson-Sévigné también son atractivos. Junto al agua, lejos de los coches, no se aprecia el paso de los kilómetros.
La propia Rennes se puede visitar a pie. En el centro histórico, un paseo a lo largo de las plazas y monumentos permite tener una visión de conjunto del patrimonio de Rennes. Una «ciudad a escala humana» atravesada también por sendero de gran recorrido GR39 que conecta la Mancha con el océano Atlántico.
5. Salir de los senderos trillados

El mejor de los lujos del turista es poder viajar fuera de temporada. Rennes es un buen destino para pasar un fin de semana agradable, pero también una semana, puesto que está repleta de cosas que se pueden hacer. Y si se pregunta cuál es la época más propicia para disfrutar de la capital bretona, la respuesta es sencilla: lo mejor es vivir todo el año. La temporada baja es especialmente agradable. En septiembre, por ejemplo, con la vuelta de los estudiantes al centro de la ciudad y el verano indio que tiende a alargarse, hay como un ambiente de vacaciones.
Para salir de los caminos trillados, también hace falta alejarse del centro. Salir de microaventura o ir en busca de joyas desconocidas de la metrópoli.
6. Comer ecorresponsable

Muchos son los restaurante que dan prioridad los productos locales, ecológicos o de venta rápida. Cabe destacar que Bretaña no carece de recursos, con productos del territorio (productos de la tierra o del mar) al alcance de la mano. Sin olvidar las especialidades emblemáticas como las galettes bretonas elaboradas con productos de temporada. A los chefs les basta con subirse a su bicicleta para ir a avituallarse al mercado más próximo. Destination Rennes también ha lanzado una iniciativa ética junto con los restaurantes con una carta de responsabilidad ecológica.
7. Tomar una cerveza artesanal local

No solo hay vino en esta vida; también la cerveza puede maridarse con los platos más refinados. Y en este campo, la Bretaña está a la vanguardia. Las fábricas y microfábricas artesanales han florecido aquí en los últimos años. Y los nuevos fabricantes apasionados ponen pundonor para que sus producciones sean al máximo ecológicas y responsables. Por tanto, descubrir una región y una ciudad como Rennes pasa por catar las cervezas locales, bien representadas en bares y restaurantes. Considere la posibilidad de pedir una Rye IPA de la Brasserie Skumenn, una Souffle tropical de la Brasserie du Vieux Singe o una ambarina de la Brasserie de la Bizhhh. Hay muchas otras para poder degustar (con moderación) que se fabrican en Rennes o en las afueras.
En pleno centro, en la microfábrica Origines, instalada en Hôtel-Dieu, la cerveza se fabrica y consume en el mismo lugar. Es difícil acortar aún más el circuito: directamente del productor al consumidor, en un lugar de patrimonio único.
8. Dormir en un hotel etiquetado

Rennes cuenta con 3 hoteles con etiqueta ecológica de la UE. Una referencia en materia de certificación ecológica que ofrece la garantía de que dichos establecimientos están comprometidos con una iniciativa medioambiental y social de reducción de residuos, ahorro de agua y utilización de fuentes de energía renovables. Tres bueno lugares que permiten conjugar una estancia cómoda con una actitud responsable. Alójese en el lujoso Château de Apigné (5 estrellas), en el Best Western Plus Hôtel Isidore (4 estrellas) del barrio ecológico de la Courrouze o, incluso, en el Garden Hôtel (2 estrellas), cerca de la estación. Toda una gama de hoteles etiquetados para elegir un alojamiento adaptado a sus necesidades y presupuesto.
9. Priorizar los productos y recuerdos locales

Bretaña es la campeona de los circuitos cortos. Es una de las regiones donde la agricultura ecológica está más desarrollada. Si quiere aprovechar para degustar los productos de temporada cultivados localmente y llevarse verdaderos recuerdos locales, diríjase a las tiendas de creadores para los recuerdos y a los mercados para encontrar buenos productos frescos. Le Marché des Lices es el más conocido, con numerosos puestos de productos biológicos y, en la Halle Martenot, una oferta considerable de productos locales hechos con amor: pan, queso, sidra, miel, queso…
Entre semana, los mercados biológicos también tienen con qué contentar a los más exigentes. Le aconsejamos el mercado ecológico y el comercio justo de Bruz (los martes de 16:30 a 19:30), el mercado ecológico del Paseo François Mitterrand (los miércoles de 15:00 a 20:00) y el mercado ecológico de la plaza de la iglesia de Cesson-Sévigné (los miércoles de 16:00 a 20:00).
En Rennes también nos gusta ir a realizar la recolecta directamente a los campos y a la granja. Como en los Jardines d’Orgères, en Le Rheu Maraîchers, en la Granja du Châtaignier (Corps-Nuds) y a la Granja de la Réauté (Thorigné-Fouillard).
Y si desea adquirir algunos productos locales, estos están disponibles en la tienda de la oficina de turismo. Recuerdos, como postales de la marca renesa Far-Bay, también se venden en el lugar.
10. Salir al encuentro de los habitantes

Los bretones tienen reputación por su sentido de la hospitalidad. Aquí es fácil conocerse, especialmente con una buena cerveza bretona acompañada de una galette-saucisse, la especialidad local por excelencia. Cuando se viaja, uno se enriquece del contacto con los habitantes. Los locales conocen los planes verdaderamente buenos y les gusta compartirlos.