Pique-nique à l'étang de la petite Pérelle

5 microaventuras de las que disfrutar a la salida de Rennes

Sin necesidad de irse lejos para desconectar...

En Rennes, como en todas partes, la aventura se encuentra en la puerta de casa. Para desconectar de forma barata y sin coger un avión, diríjase a lugares poco conocidos y, a veces, secretos. A menos de 100 kilómetros a la redonda puede encontrar un gran (pequeño) cañón, un bosque casi como los de Quebec, un jardín con aires de la Toscana, un barrio californiano e, incluso, una cala. ¿Quién da más?

¿Listos para la aventura? ¿O más bien para una microaventura? Esta manera de viajar diferente, utilizando los medios de transporte menos agresivos, con una duración de un fin de semana o de un día, es cada vez más popular. Este insólito formato de viaje, ideado por el aventurero británico Alastair Humphreys permite evadirse, conocer gente nueva y explorar lugares desconocidos y cerca de su propia casa. La microaventura es una experiencia al aire libre, un concentrado de viaje de larga distancia con un formato «fácil, económico, accesible y eficaz». ¿El objetivo? Simplemente vivir cosas diferentes y cambiar de punto de vista acerca del mundo que nos rodea. A continuación, presentamos algunas sugerencias para hacer dentro de Rennes y en sus alrededores, un paisaje lleno de exotismo.  

Aventuras a la carta


1. Viaje por carretera (a pie) por La Pequeña California

California es probablemente el sueño de todo viajero… ¿Sabía que en Rennes existe un microbarrio que se llama «La Pequeña California» en una pequeña isla al este del centro de la ciudad. Su nombre hace referencia a una pequeña historia insólita. Antes de la llegada del ferrocarril a Rennes en el siglo XIX, muchos lugares tenían previsto acoger la estación y a sus pasajeros. Este barrio de Rennes era uno de ellos. Algunos especuladores consideraron oportuno comprar los terrenos esperando crear allí un nuevo El Dorado. Al igual que le sucedió a los buscadores de oro, sus esperanzas se esfumaron: el tren pasaría finalmente bastante más al sur y el bum inmobiliario jamás tendría lugar. El nombre se ha conservado, y este pequeño barrio, rodeado por el Vilaine mantiene un carácter peculiar, insular: a un mismo tiempo bohemio, un poco canalla, pero terriblemente tranquilo.

Nada como un pequeño viaje por carretera a pie para explorarlo. Como en toda microaventura, son necesarios varios ingredientes para que el resultado sea un éxito y en La Pequeña California no faltan ingredientes picantes: una buena dosis de arte callejero, una pizca de mosaicos de Odorico, algunas joyas arquitectónicas y todo ello bañado por el agua del río.

Un recorrido jalonado de arte callejero, mosaicos de Odorico y vegetación

Para entrar en el barrio de La Pequeña California, pase por la calle Dupont-des-Loges. Allí se encuentra uno de los bares más agradables de la capital bretona (Le Hibou grand duc), adyacente a la tienda original Alaska Brocante et Snack. A las puertas de este barrio, se encuentra también la Casa Odorico, la cual será restaurada próximamente. Las huellas de la familia de mosaiquistas son visibles por todas partes en las fachadas y suelos de los edificios. Al pasar el puente metálico se entra de lleno en La Pequeña California. A la derecha se ven los «grandes molinos de Rennes», todavía en funcionamiento, con su típica arquitectura de ladrillo y esquisto. Los molinos recuerdan que aquí las industrias relacionadas con el agua siempre han florecido. Los molinos, lavanderías, curtidurías y fábricas de harina se concentraban aquí hasta la Segunda Guerra Mundial.

Un barrio aparte, una isla dentro de la ciudad

Dos pasos más allá, aproveche el tiempo para admirar la particular residencia del antiguo alcalde de Rennes, Jean Javier, antes de girar en dirección al Vilaine y atravesarlo por la hermosa pasarela Odorico, repleta de mosaicos. Por el camino, se pasa por obras bastante buenas de arte callejero. War! se siente como pez en el agua en este barrio que, como un páramo, cultiva su diferencia y su tranquilidad.

No lejos de allí, se divisa la obra de arte urbano más gigantesca: el robot sin corazón, realizado por el famoso artista plástico Blu, en la parte trasera del Teatro Nacional de Bretaña. La mejor posición para verlo es desde las verjas del aparcamiento de France 3 Bretaña. Siguiendo el borde del río por el lado sur se aprecia el pequeño paseo y las vistas del agua. Se puede hacer todo el recorrido de la punta este de La Pequeña California paseando por un pequeño camino que pasa bajo inmensos sauces. Nos encontramos con pescadores. Al volver a las calles, hay varios detalles arquitectónicos que llaman la atención: evidentemente, mosaicos, fachadas originales, un trampantojo y ese ambiente tan intimista que convierte a La Pequeña California en un barrio aparte.

Datos prácticos

  • Duración: Apenas 1 hora (unos 2 km)
  • Dificultad: muy fácil
  • ¿A quién está destinado?A todos los amantes de los descubrimientos urbanos, de la arquitectura y del arte callejero
  • Material recomendado: un cuaderno de notas o de dibujo, algo con lo que hacer fotos y zapatos cómodos para caminar

2. Safari fotográfico en un paisaje toscano

¿Su misión? Realizar una postal con aires de paisaje de la Toscana, quedándose en Rennes. Para realizar esa imagen, engañosa pero encantadora, diríjase al Thabor, conocido como «el Príncipe de los jardines». El final de este parque de 10 hectáreas, donde se mezclan el arte de la jardinería francesa e inglesa, asombrará a sus ojos, y a su nariz. Primero porque la rosaleda y sus 2000 variedades son únicas. Después, porque desde este lugar (el Thabor es el punto más elevado de Rennes) tendrá una vista panorámica con un majestuoso edificio de estilo toscano en el horizonte: el Lycée Saint-Vincent Providence.

Un decorado de postal

El paisaje tiene con lo que despistar, así que depende de usted encontrar el ángulo de cámara para hacer creer que se ha ido de viaje a Italia.

Sus tejados de color rojo flamígero contrastan con el paisaje bretón, dominado normalmente por el gris azulado de la pizarra. Se lo debemos al arquitecto Charles Langlois, quien imaginó los edificios actuales que predominan en el barrio. Un estilo toscano ya utilizado en la construcción en el siglo XIX de los primeros edificios de la institución (el actual Lycée Jean Marcé). Incluso parece que los tres colores utilizados en esta original arquitectura, el rojo del ladrillo y de las tejas, el blanco de la arenisca de las paredes y el negro del esquisto son el origen de los colores del Stade Rennais y del Roazhon Park. La institución habría prestado sus camisetas a los jugadores de Rennes a comienzos de siglo. Pero quién sabe, quizás solo sea una leyenda urbana.

Datos prácticos

  • Duración: el tiempo que le apetezca pasear por el Thabor haciendo fotos
  • Dificultad: ninguna
  • ¿A quién está destinado? para los amantes de los jardines y de las curiosidades del patrimonio
  • Material: una cámara de fotos con zum o teleobjetivo

3. Descenso del Gran Pequeño Cañón en tabla

Se le llama el Gran Cañón y está situado en la «Suiza bretona». ¿Le parece exagerado? Vamos a llamarlo «el Gran Pequeño Cañón» entonces. Su verdadero nombre es Le Boël, y es donde el río Vilaine forma meandros entre los acantilados de esquisto púrpura. El lugar es propicio para pasear, para el senderismo, a pie o en bicicleta, en familia o para deportes un poco más extremos como el trail o la bicicleta de montaña, porque las subidas y los descensos son técnicos, a veces. ¿Por qué no sale a explorar en tabla? El surf de remo, o «SUP» en la jerga de los lobos de mar, se ha convertido en pocos años en una actividad de ocio náutico muy apreciada, que es muy fácil de aprender y para iniciarse en pocos minutos basta con tener sentido del equilibrio. La ventaja con respecto a la piragua y la canoa es la altura de la persona, puesto que da la impresión de andar sobre el agua. Nada de milagros, sin embargo: a veces uno se cae al agua desde su pedestal. Por tanto hay que prever una vestimenta adaptada.

¡Cuidado!: no se acerque demasiado a la esclusa y al aliviadero

El punto de partida de esta aventura es el muelle de Pont-Réan (a 20 minutos de Rennes). El club de piragüismo local, el CKCPR, le propone allí mismo durante el verano, el alquiler de tablas (y de piraguas) con diferentes opciones: 1 hora, 2 horas, medio día o todo el día. Además proporcionan el chaleco salvavidas. Diríjase después hacia Le Boël dejando el hermoso puente a su espalda. Algunos meandros más tarde, al cabo de unos 2 kilómetros, desembocará en Le Boël, con los bellos acantilados de esquisto púrpura, el molino y la esclusa en su punto de mira.

Sin embargo, tenga cuidado y respete las reglas de seguridad y de navegación aplicables a las embarcaciones ligeras. A la altura de Le Boël no es apropiado acercarse demasiado al aliviadero que se encuentra a mano izquierda de la esclusa. Si desea franquear la esclusa, tiene la posibilidad de desembarcar en el pontón de espera de la margen derecha, andar después por el camino de sirga y de volver a embarcar de nuevo en el pontón de después de la esclusa.

Datos prácticos

  • Duración: en 2 horas, sin esforzarse demasiado, se puede hacer el trayecto de ida y vuelta desde el muelle, pero a mitad de la jornada puede aprovechar el tiempo para hacer una pausa e ir a visitar el molino de El Boël un poco más de cerca (a pie).
  • Material necesario: una tabla de alquiler o su propio SUP si dispone de él. Chaleco salvavidas (proporcionado con el alquiler en el muelle), bañador, calzado cerrado, camiseta y ropa de recambio y una bolsa estanca. No se olvide de la crema solar y, quizás, de la loción antimosquitos, puesto que la naturaleza a veces es hostil.
  • Nivel de dificultad: tranquilo, pero de todos modos, un poco deportivo
  • ¿A quién está destinado? a los aficionados al ocio en plena naturaleza, amantes de bellos paisajes y de las actividades náuticas.

4. Recorrido en bicicleta y vivaque a la Pequeña Quebec.

Destination Rennes – Nicolas Joubard

Después del pequeño cañón, rumbo a la Pequeña Quebec. Una zona natural situada después de Cicé y de su bosque. Con el paso del tiempo, las antiguas graveras se han convertido en estanques que albergan una gran biodiversidad. Las orillas del Vilaine están repletas de estos estanques que, bordeados de bosques de árboles de madera resinosa, dan la impresión de estar en Norteamérica.

Para llegar allí, nada mejor que la bicicleta. Algunos viajeros utilizan este medio de transporte para la dar la vuelta al mundo: el modo bikepacking. Esta miniexcursión le proporcionará un aperitivo de aventura en bicicleta, pero en formato corto. La Pequeña Quebec se encuentra a diez kilómetros de Rennes siguiendo el camino de sirga. Al llegar al lugar podrá descansar para hacer un pícnic y un «vivaque frío». Para descansar en el entorno de Quebec, puede comer un plato típico de chez Poutine Bros, los especialistas de la poutine. En la guía no turística del valle del Vilaine (a la venta en la oficina de turismo), encontrará mapas e información práctica sobre la zona.

Datos prácticos

  • Duración: un día o un día y medio con vivaque
  • Material necesario: una bicicleta equipada con alforjas para senderismo o una bicicleta todoterreno y una mochila pequeña para llevar lo necesario para un pícnic y recoger después los desechos. Algo para estar hidratado y la loción antimosquitos. Coja también algo de acento de Quebec.
  • Nivel de dificultad: medio
  • ¿A quién está destinado? a aquellos que les guste las aventuras en bicicletas, los bosques y lo imprevisto

5. Un busca de una cala misteriosa

Cuando se sale de aventura, siempre se sueña con descubrir EL lugar secreto, la joya que hará brillar los ojos y disparará el contador de Me gusta de Instagram. Contemplar un territorio urbano como una tierra desconocida permite abrir los chakras y viajar de forma diferente. ¿Y si lo desconocido, su lugar soñado, la playa ideal, existiese a dos pasos (o casi) de su casa? Esa es la pregunta que debe plantearse cualquier viajero que se precie. No lejos de Rennes existe una cala poco conocida. Y no es la única. En efecto, los numerosos estanques artificiales originados a partir de antiguas canteras adquieren el aspecto de lagos o manglares. Ya de por sí, el estanque de Perrelles o el de Babelouse representan unas hermosas sorpresas para los amantes de la naturaleza y los pescadores. Pero no tienen ese color azul turquesa que recuerda los lejanos destinos tropicales.

El estanque de la Lormandière en Chartres de Bretaña tiene toda una cala mediterránea. Los accesos son un poco empinados, lo que la hace aún más fascinante. Está rodeado por un bonito sendero y los paneles pedagógicos relatan la historia del lugar de los antiguos hornos de cal.

Datos prácticos

  • Duración: caminata de una jornada para explorar los estanques del valle del Vilaine. A la salida de Rennes, la ruta más directa hacia la aventura es el camino de sirga: ponga rumbo hacia el oeste en dirección a los estanques de Apigné, luego gire hacia el sur y siga el río. Para hacerlo más corto, comience la ruta en la parada de tren de Ker Lann para acercarse a la Lormandière.
  • Material necesario: calzado de senderismo ligeros, un gorro de monte o algo equivalente. Loción antimosquitos o crema solar, algo para hidratarse y para reponer fuerzas (barritas o geles energéticos). Unos prismáticos serán muy útiles para observar la fauna y la flora.
  • Nivel de dificultad: difícil
  • ¿A quién está destinado? Para los aventureros en ciernes que desean salir hacia lo desconocido, sin plan preconcebido, sin mapa ni brújula. Porque «en un viaje, lo que importa no es el destino, sino siempre el camino recorrido y, especialmente, los desvíos».
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