La antigua fortaleza medieval, construida en una de las zonas altas del departamento, debe su riqueza al comercio del lino entre los siglos XVI y XVIII. Muchas casas dan testimonio de aquel flamante pasado y los vestigios recuerdan su guerrera y tumultuosa historia. Hoy, la pequeña localidad llena de personalidad es un remanso de paz convertido en la primera Ciudad del Libro de Francia. Hay al menos quince librerías y seis talleres artísticos, además de anticuarios, galeristas, escultores, pintores, encuadernadores